sábado, 5 de enero de 2013

Happily Never After - Jeaniene Frost - Prologo

Happily Never After - Jeaniene Frost
(Prologo)


La anciana miró su reloj. Las once menos cuarto. No pasaría mucho tiempo ahora.

Al otro lado del oscuro callejón, dos jóvenes se pasearon con maliciosa arrogancia, exagerada de adolescentes no buenos. Apenas les echó un vistazo mientras se golpeó el pie y tarareó. Una vez, hace mucho tiempo, ella habría caminado hacia ellos, balanceando sus caderas y murmurando promesas de placer por un precio. Pero eso había sido en otra vida anterior.

Los jóvenes llegaron más cerca con la codicia y el oportunismo brillando en sus ojos. La mujer sabía que parecía un blanco fácil: una mujer de la tercera edad en un callejón con poca luz usando un abrigo caro, un reloj de oro, con un voluminoso bolso que colgaba de su brazo flácido por la edad.
Ella bien podría haberse colgado un letrero que dijera "ven por mí!"

— Que andaciendo[1] aca, abuela? — uno de ellos canturreó. El otro se quedó atrás un pie o dos, sus ojos parpadeaban alrededor para ver si alguien estaba mirando. No había nadie. La gente se ocupaba de sus propios negocios en este lado del sur de Filadelfia.

A una señal de su puesto de observación, el otro punk sacó una navaja.

— Dame tu dinero, tus joyas y el bolso. O te voy a cortar.

La anciana sonrió. —¿Sabes lo que son ustedes dos? — preguntó con una voz divertida.

Se miraron el uno al otro, sorprendidos, claramente no esperaban su falta de miedo. Entonces, su ceño fruncido volvió a aparecer.

—¡Sí, somos los chicos que te están robando! — el del cuchillo chasqueo.

—No, — dijo una voz desde el otro extremo del callejón, un acento Inglés decorando sus palabras. —Eres la cena.

Antes de que los dos pudieran parpadear, estaban colgando por sus cuellos de pálidas manos firmes como rocas. Uno se acerco a la figura vestida de negro. Los ojos del extraño pasaron de marrón a verde brillante cuando bajó la cabeza hasta el cuello descubierto. El otro cómplice, aún estaba izado en lo alto, sólo podía hacer gruñidos aterrorizados al ver colmillos perforar el cuello de su amigo.

Entonces el desconocido dejó caer al chico que ahora tenia el cuello limpio y aseguro su boca en el siguiente cuello disponible. Un minuto más tarde el segundo joven cayó fláccidamente en la calle. El extraño se limpió la boca con el dorso de la mano y luego empujo a la anciana hacia él.

En lugar de luchar, ella lo abrazó tan fuerte como su débil cuerpo podía soportar. Él le apretó suavemente la espalda, sonriendo cuando él la dejó ir.
—Greta, que estabas pensando cuando me dijiste que te encontrara aquí? Este no es lugar para ti. —

Ella se rió con un toque de su carcajada obscena anterior.

—Estaba pensando que tendrías hambre, Bones. Sabía que tendría algo para que comas en el momento en que he llegado aquí.

Él se echó a reír también, cepillando un mechón de pelo blanco de su cara. —La misma vieja Greta. Siempre encuentras maneras de complacer a tus amigos.

Sintió el calor de muchos agradables recuerdos a través de su brillo. El hermoso rostro de Bones no había cambiado con el tiempo, y eso era un consuelo. El tiempo era despiadado en tantas cosas, incluida ella misma, pero no tenía poder sobre el vampiro rubio de pie frente a ella.

Echó un vistazo a las formas fijas cerca de sus pies. —¿Están muertos? — preguntó ella, más curiosa que preocupada.

Distraídamente Bones pateó uno de ellos. —No, sólo inconscientes. Los tirare en el contenedor más cercano antes de irnos. Se lo merecen por amenazarte

Qué la habría llevado a traerlo aquí. —Necesito un favor—, dijo Greta.

La tomó de la mano. Una vez su piel se hubiera sentido notablemente más fría, pero ya no. Con lo que acababa de comer y mi mala circulación, Greta pensó irónicamente, tenemos casi la misma temperatura.

Si pensaba que así estaba bien, no se notaba en su rostro. Muy suavemente, le besó los dedos.

—Todo lo que necesites, sabes que solo tienes que pedirlo

Las lágrimas me pinchaban los ojos. Hace mucho tiempo, había dejado la casa que Bones le dio para casarse con un hombre del que se había enamorado perdidamente. Cincuenta años más tarde, ella no se arrepentía de su decisión, pero a veces, se preguntaba cómo habrían resultado las cosas si se hubiera quedado con Bones en su lugar.

Greta se quitó de encima los recuerdos. —Es mi nieta—, comenzó. —Ellos están en problemas

Veinte minutos más tarde, Greta terminó detallando su situación. Bones asintió con la cabeza, con una expresión pensativa en su rostro.

—No puedo manejar esto yo mismo, cariño, porque estoy concentrando toda mi energía en encontrar a alguien, pero voy a enviar a alguien para que se ocupe de las cosas. Confío en él, por lo que todos van a estar en buenas manos. Mi palabra va en ello

Greta sonrió. —Eso es más que suficiente para mí.


[1] En el original: Whatcha doin' out here, grandma?

2 comentarios:

  1. Mis disculpas por desaparecerme mas de un mes chicas!!! pero entre las fiestas, los exámenes y demás cosas me fue imposible. Afortunadamente ya estoy de vacaciones, asi que espero terminar rápido este proyecto.
    Un saludo a todas!! =)

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  2. gracias gracias estaba buscando esta historia!

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