(Prologo)
La anciana miró su reloj.
Las once menos cuarto. No pasaría mucho tiempo ahora.
Al otro lado del oscuro
callejón, dos jóvenes se pasearon con maliciosa arrogancia, exagerada de adolescentes
no buenos. Apenas les echó un vistazo mientras se golpeó el pie y tarareó. Una
vez, hace mucho tiempo, ella habría caminado hacia ellos, balanceando sus
caderas y murmurando promesas de placer por un precio. Pero eso había sido en
otra vida anterior.
Los jóvenes llegaron más
cerca con la codicia y el oportunismo brillando en sus ojos. La mujer sabía que
parecía un blanco fácil: una mujer de la tercera edad en un callejón con poca
luz usando un abrigo caro, un reloj de oro, con un voluminoso bolso que colgaba
de su brazo flácido por la edad.
Ella bien podría haberse
colgado un letrero que dijera "ven por mí!"
— Que andaciendo[1]
aca, abuela? — uno de ellos
canturreó. El otro se quedó atrás un pie o dos, sus ojos parpadeaban alrededor
para ver si alguien estaba mirando. No había nadie. La gente se ocupaba de sus propios
negocios en este lado del sur de Filadelfia.
A una señal de su puesto
de observación, el otro punk sacó una navaja.
— Dame tu dinero, tus
joyas y el bolso. O te voy a cortar.
La anciana sonrió. —¿Sabes
lo que son ustedes dos? — preguntó
con una voz divertida.
Se miraron el uno al
otro, sorprendidos, claramente no esperaban su falta de miedo. Entonces, su
ceño fruncido volvió a aparecer.
—¡Sí, somos los chicos que
te están robando! — el del cuchillo chasqueo.
—No, — dijo una voz desde
el otro extremo del callejón, un acento Inglés decorando sus palabras. —Eres la
cena.
Antes de que los dos
pudieran parpadear, estaban colgando por sus cuellos de pálidas manos firmes
como rocas. Uno se acerco a la figura vestida de negro. Los ojos del extraño
pasaron de marrón a verde brillante cuando bajó la cabeza hasta el cuello descubierto.
El otro cómplice, aún estaba izado en lo alto, sólo podía hacer gruñidos
aterrorizados al ver colmillos perforar el cuello de su amigo.
Entonces el desconocido
dejó caer al chico que ahora tenia el cuello limpio y aseguro su boca en el
siguiente cuello disponible. Un minuto más tarde el segundo joven cayó fláccidamente
en la calle. El extraño se limpió la boca con el dorso de la mano y luego empujo
a la anciana hacia él.
En lugar de luchar, ella
lo abrazó tan fuerte como su débil cuerpo podía soportar. Él le apretó
suavemente la espalda, sonriendo cuando él la dejó ir.
—Greta, que estabas
pensando cuando me dijiste que te encontrara aquí? Este no es lugar para ti. —
Ella se rió con un toque
de su carcajada obscena anterior.
—Estaba pensando que
tendrías hambre, Bones. Sabía que tendría algo para que comas en el momento en
que he llegado aquí.
Él se echó a reír
también, cepillando un mechón de pelo blanco de su cara. —La misma vieja Greta.
Siempre encuentras maneras de complacer a tus amigos.
Sintió el calor de muchos
agradables recuerdos a través de su brillo. El hermoso rostro de Bones no había
cambiado con el tiempo, y eso era un consuelo. El tiempo era despiadado en
tantas cosas, incluida ella misma, pero no tenía poder sobre el vampiro rubio
de pie frente a ella.
Echó un vistazo a las
formas fijas cerca de sus pies. —¿Están muertos? — preguntó ella, más curiosa
que preocupada.
Distraídamente Bones
pateó uno de ellos. —No, sólo inconscientes. Los tirare en el contenedor más
cercano antes de irnos. Se lo merecen por amenazarte
Qué la habría llevado a traerlo
aquí. —Necesito un favor—, dijo Greta.
La tomó de la mano. Una
vez su piel se hubiera sentido notablemente más fría, pero ya no. Con lo que acababa de comer y mi mala
circulación, Greta pensó irónicamente, tenemos
casi la misma temperatura.
Si pensaba que así estaba
bien, no se notaba en su rostro. Muy suavemente, le besó los dedos.
—Todo lo que necesites, sabes
que solo tienes que pedirlo
Las lágrimas me pinchaban
los ojos. Hace mucho tiempo, había dejado la casa que Bones le dio para casarse
con un hombre del que se había enamorado perdidamente. Cincuenta años más
tarde, ella no se arrepentía de su decisión, pero a veces, se preguntaba cómo
habrían resultado las cosas si se hubiera quedado con Bones en su lugar.
Greta se quitó de encima
los recuerdos. —Es mi nieta—, comenzó. —Ellos están en problemas
Veinte minutos más tarde,
Greta terminó detallando su situación. Bones asintió con la cabeza, con una expresión
pensativa en su rostro.
—No puedo manejar esto yo
mismo, cariño, porque estoy concentrando toda mi energía en encontrar a
alguien, pero voy a enviar a alguien para que se ocupe de las cosas. Confío en
él, por lo que todos van a estar en buenas manos. Mi palabra va en ello
Greta sonrió. —Eso es más
que suficiente para mí.
Mis disculpas por desaparecerme mas de un mes chicas!!! pero entre las fiestas, los exámenes y demás cosas me fue imposible. Afortunadamente ya estoy de vacaciones, asi que espero terminar rápido este proyecto.
ResponderEliminarUn saludo a todas!! =)
gracias gracias estaba buscando esta historia!
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